Aunque se ha sugerido que el estandarte real de Ramiro I era un estandarte blanco con un borde rojo y una cruz roja, como se ve en el Tumba A de la Catedral de Santiago de Compostela, los estandartes o banderines que pudieron marcar el reino de Asturias siguen siendo desconocidos. Elías Carrocera Fernández ha rebatido esta teoría, afirmando que se trata de una reproducción a posteriori, y propone, en cambio, que el estandarte real de Ramiro I pudo ser una cruz roja con brazos iguales sobre campo de oro, basándose en que estos son los antiguos colores de la iglesia:
La representación de la batalla de Clavijo en la tumba de Santiago es, si no nos equivocamos, una glorificación tardía, que utiliza los colores y designaciones de la época; Ramiro, como los reyes francos, habría utilizado el amarillo (oro) y el rojo (gules) en sus banderas, y habría luchado en una guerra santa bajo la iluminación divina.
La «Cruz de la Victoria» que adorna la bandera asturiana es un homenaje a los hechos reales de mayo de 1808, cuando la Junta General del Principado declaró la guerra a Francia, y no a la leyenda del rey Pelayo y la batalla de Covadonga (1722).
La bandera fue diseñada en respuesta a los acontecimientos del 9 de mayo de 1808. Tras la lectura de una carta en la que se describen los acontecimientos de la insurrección del 2 de mayo, el pueblo enfurecido se lanza a la sublevación contra Napoleón, convirtiendo mayo en uno de los meses más explosivos de la historia del Principado. Los comandantes de Napoleón tomaron represalias ordenando la muerte de 58 habitantes de Oviedo que habían sido encarcelados durante el levantamiento del día. La Junta General del Principado de Asturias creó el Ejército Asturiano el 25 de mayo, al día siguiente del ataque a la fábrica de armas de Oviedo, contando con sus nuevos aliados: el Ejército Británico. Aunque el Principado contaba con más de 9.000 soldados y 595 oficiales, no tenía una bandera que lo simbolizara, por lo que se inició el proceso de creación de una bandera.
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