Cuando el 30 de julio de 1845 se asignaron por real decreto las banderas de los distintos registros de las provincias costeras españolas, todas ellas recibieron como lemas diseños aleatorios en los colores azul, rojo, amarillo y blanco. Según algunos autores, no fue así en la provincia naval de Santander, donde la bandera rojiblanca ocupó un lugar destacado. Según los historiadores que apoyan la adopción de la bandera blanca y roja de la provincia marítima de Santander por parte de la Comunidad Autónoma de Cantabria, antes del Real Decreto de 30 de julio de 1845, su contraseña era la única en España que respetaba la bandera blanca y roja utilizada por los barcos y las tropas cántabras desde, al menos, el siglo XVIII. Sin embargo, no hay consenso sobre esta cuestión, ya que los datos presentados en apoyo de su uso antes del Real Decreto fueron rechazados posteriormente por diversos estudiosos.
En cualquier caso, la bandera fue ampliamente adoptada como emblema en la región, hasta el punto de que la ciudad de Santander, que tenía su propia bandera blanca y azul, comenzó a sustituirla por la bandera del registro marítimo, hasta la segunda década del siglo XX, cuando un informe de Fresnedo de la Calzada llevó a una delimitación de los dominios, utilizando la bandera blanca y azul para la capital y el astillero.
En 2016, la bandera de Cantabria, que había sido rechazada durante el proceso autonómico, fue reconocida legalmente como emblema representativo y distintivo del pueblo cántabro, en respuesta a las demandas de muchos partidos sociales y políticos.
Según el historiador José Luis Casado Soto, los barcos cántabros enarbolan la bandera rojiblanca desde el siglo XVIII, como demuestra el título de la ciudad de Santander en 1755. La bandera también está presente en un cuadro de José Vallespín, pintor santanderino, que representa la legendaria Batalla de Vargas, que tuvo lugar el 3 de noviembre de 1833 durante la Primera Guerra Carlista. Ese día, las tropas realistas de Santander lograron detener el avance carlista y privar a éste de la posibilidad de afianzarse en el norte de la península y, tal vez, de cambiar la historia del país. El cuadro muestra a un grupo de soldados isabelinos de la milicia urbana contra las tropas del pretendiente de la monarquía española, agitando banderines rojos y blancos, lo que sugiere que la actual bandera cántabra ha salido ya de su entorno marino original.
Otro testimonio del uso de la bandera es una obra de arte que representa una barricada en Cuatro Caminos durante la revolución de 1868, donde el pueblo alzado en armas contra la reina Isabel II se situó detrás de la bandera rojiblanca contra la marcha de las tropas del general Calonge desde Valladolid. Esta obra de arte de E. Aparicio forma parte de la colección de la familia García Oliva de Santander y está dedicada al luchador revolucionario Salvador Damato.
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